Explorar la desolación, en búsqueda de una de las aves menos conocidas de Chile y Patagonia. Una expedición literalmente hacia los confines de la Tierra en espera de generar nueva información sobre “un ave fantasma”. Un buen amigo británico y un mejor ornitólogo de campo, Mark Beaman escribió hace algún tiempo: “Una verdadera ave del misterio: querida por tantos, observada por tan pocos”.
Expedición Becasina Grande al Archipiélago Wollaston
Esta ave del misterio salió a la luz al ser originalmente descrita en 1845 por George R. Gray en base a un especimen colectado en Isla Hermite, Archipiélago de las Wollaston, en el extremo sur de Chile, durante la expedición comandada por el inmortal James Clark Ross a bordo de los legendarios barcos HMS Erebus y HMS Terror. Desde su descubrimiento hace 175 años, la Becasina Grande (Gallinago stricklandii) es aún uno de los grandes misterios ornitológicos del Neotrópico. Muchos aspectos sobre su historia natural nos son totalmente desconocidos.
Un puñado de referencias, tal vez no más de 20-30 registros y comunicaciones personales, parecen indicar que los archipiélagos más expuestos a los rigores del Océano Austral (Pacífico y Atlántico Sur), en el área comprendida entre el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos en Chile, además de la Isla de los Estados, una remota y poco visitada posesión de la Argentina, es el desolado hogar de esta robusta becasina austral.
El talentoso y joven naturalista Percy Reynolds recorrió las islas Wollaston en 1932 y describía las vocalizaciones y tamborileos de este _Gallinago_, así como entregaba los primeros indicios acerca de su reproducción. Leer sus notas de campo e impresiones acerca de una fría y ventosa noche de verano en aquel archipiélago, resultaron ser una cautivante e irresistible invitación abierta a seguir sus pasos, muchas décadas después.
Hace un par de años, Claudio F. Vidal, Mark Beaman y yo nos propusimos realizar una expedición dedicada al estudio de la Becasina Grande. En aquella oportunidad elegimos a la remota Isla Noir como destino, pero vientos huracanados y un fuerte oleaje nos impidieron siquiera alcanzar la isla; el viaje no resultaba seguro en esas condiciones y decidimos abortar la misión cuando nos faltaban apenas cinco millas náuticas de aquella deseada isla.
Enero de 2020 se planteaba como una excelente y nueva oportunidad y el archipiélago de las Wollaston, más conocido por la más meridional de sus islas – Hornos y su afamado Cabo, fue seleccionado como una nueva chance para encontrar a nuestra ave “némesis”.
La expedición comenzó desde Punta Arenas con un corto vuelo de aproximadamente una hora sobre la Cordillera Darwin, el último bastión de los Andes Patagónicos, en estas latitudes. Puerto Williams, la ciudad más austral de Chile y el mundo, está situada en la costa sur del Canal Beagle. Un hermoso entorno de playas de bloques y cantos, bosques subantárticos y sugerentes cumbres inexploradas fueron la antesala de esta épica expedición ornitológica. A nuestro arribo, una exigida caminata hasta el Cerro La Bandera nos permitió observar ejemplares de Perdicita Cordillerana Austral, una de las aves difíciles de Tierra del Fuego. Además algunos Caranchos Cordilleranos del Sur, junto al abundante Yal Cordillerano y la Domilona Fraile completaron un muy productivo inicio de los registros.
La mañana del día siguiente embarcamos el entrañable Yate Chonos, un conocido de tantas y pasadas aventuras nos brindó acceso a este fascinante complejo archipelágico al fin del mundo. La navegación por el escénico y angosto Paso Murray fue rápida y eficiente; sus protegidas aguas albergan familiares anátidas como el Quetru No Volador, la Caranca, el Canquén Común y el Pato Juarjual. Los numerosos islotes albergan sorpresas como la escasa Paloma Antártica, de la que vimos tres individuos. Un día relativamente fácil y el clima casi perfecto. Fondeamos aquella primera noche en la quietud de la protegida Isla Bertrand.
Levamos anclas al alba y nuestro destino son las soñadas Islas Wollaston. Las posibilidades son tantas, numerosas islas que explorar y un tiempo muy acotado. ¿Podremos encontrar nuestra esquiva Becasina Grande? La preocupación es razonable cuando hay que considerar además el traicionero clima que puede cancelar nuestra expedición en cualquier momento. Nuestra ansiedad se disipa al surcar las aguas de la inmensa Bahía Nassau, donde aves pelágicas como el Albatros de Ceja Negra, el Petrel Gigante Antártico, Petrel Negro, Fardela Negra, Yunco de Magallanes y numerosas Golondrinas de Mar Común nos mantienen entretenidos y ocupados, intentando fotografiarlas. Lobos de Dos Pelos, junto a manadas de Delfín Austral y Delfín Chileno, son los mamíferos marinos del día. El Paso Bravo, situado entre las Islas Freycinet y Wollaston nos otorgan un magnífico espectáculo cuando observamos una veloz bandada de unos 100 Pingüinos de Penacho Amarillo. Caleta Martial, en la Isla Herschel se torna en nuestro primer desembarco a las 1445 de la tarde del 6 de enero. !Qué bella y prometedora isla! Nombrada en honor al astrónomo germano-británico William Herschel del siglo XVIII, esta isla es vasta y desolada. Cerros de unos 200 metros, extensos turbales de Sphagnum y bosques achaparrados de Ñirre, es todo lo que hay. Exploramos desde las playas de la caleta hasta la parte más alta de los cerros; tres, cuatro y cinco horas de incesante búsqueda, y nada! Sin embargo encontramos numerosos rastros que indican su presencia. El “festín” de aves de esta tarde no incluyó Becasina Grande, pero si muchísimas otras como el Carancho Negro, el Pidén Común, el Cometocino Patagónico, el Rayadito y el Churrín del Sur. Segunda noche de fondeo y de seguro soñaremos con elusivas becasinas.
7 de Enero. El clima es aún benigno en el día de mi cumpleaños, aunque no por mucho. Es nuestra ventana de tiempo y que acorde al “meteo» sólo durará dos a tres días a lo mucho. Optamos por la opción más segura. Dirigirnos hacia el sur, hasta Hornos y concentrar nuestra búsqueda en aquella remota isla, la que más registros ha producido durante los últimos años. Dos horas de navegación en un canal con abundantes bajos y dramáticos islotes, el amanecer resulta ser glorioso! Nuestro arribo a la isla Hornos es muy temprano pues son muchos los barcos de turismo que la visitan durante los meses de verano y preferimos anticiparnos. A las 8am una silueta familiar resulta ser nuestro primer encuentro con esta esquiva ave. Un vasto turbal de Sphagnum, cubierto de juncos (Marsippospermum grandiflorum) y de arbustos postrados en forma de cojines (Bolax gummifera) resulta ser el hogar preferido de la Becasina Grande. El lugar está inundado por decenas de pequeñas lagunas y flanqueado por un enmarañado bosque achaparrado de Nirre (Nothofagus antarctica), que es conocido por los botánicos como krummholz. El ambiente es constantemente asolado por un clima oceánico inclemente, muy lluvioso y en extremo ventoso. Parece ser que esta exposición al océano favorece la presencia de la Becasina. Nuestros primeros individuos resultan ser una pareja (macho y hembra) junto una diminuta y colorida cría de aproximadamente una semana de vida. La imagen es conmovedora y emocionante para cualquier estudioso de las aves. Un movimiento leve y en vaivén, de la parte posterior del cuerpo es la forma característica de sus movimientos y de hecho el polluelo ya imita tempranamente esta forma de desplazamiento. Un ave silenciosa, que no emite vocalizaciones audibles durante el período que la observamos. Esta pareja de becasinas parece hacer un regular uso del espacio, permaneciendo activas durante todo el día aunque a intervalos; con una frecuencia de unos 20 minutos se desplazan y buscan alimento; posterior a ello descansan y dormitan, y vuelven a moverse. Permanecen virtualmente inmóviles y bien camuflados, por largos períodos, y al sentirse detectadas quedan estáticas, siendo en extremo difíciles de ver. Durante los ciclos de tiempo dedicados al forrajeo, escarban activamente con su largo y robusto pico en el suelo fangoso y también perforando la turba y los cojines de arbustos. Las marcas dejadas son evidentes por los numerosos agujeros además de las características fecas. Pudimos observar como muestran preferencia por gusanos nemátodos, aunque la oferta de alimento también puede estar suplementada por arañas e insectos terrestres. Algo de mucho interés es que todos los ejemplares observados y fotografiados tenían visibles garrapatas alojadas en la zona ocular, algo que por cierto merece ser estudiado y ver si este parásito es específico de la becasina. A esta pareja de Isla Hornos se le sumó otro ejemplar observado en una distante ciénaga. Un día excepcional, donde nuestro éxito no estuvo en la parte más alta de los cerros, sino más bien en las turberas de pendiente suave a no más de 250m de altura, algo alejadas del mar. Fondeamos esta noche en Caleta León, en la misma Isla Hornos.
8 de Enero – El barómetro anuncia un frente que se aproxima desde el sur, aunque el clima es benevolente aún. Cabo Doze, en la Isla Wollaston es nuestra base para el día de hoy, aunque prematuramente nos damos cuenta que pese a existir rastros de Becasina, no tendremos suerte en encontrar más ejemplares. Debemos continuar moviéndonos, y nuestra mejor opción pareciera ser navegar hacia el oeste y concentrar nuestra última búsqueda en Isla Hermite, el preciso lugar donde los primeros exploradores colectaron el ejemplar tipo de la especie. Lobos Marinos y Delfines Australes son nuestra compañía, además de excepcionales avistamientos de una manada de Orca. La isla es inmensa y con una topografía difícil; no existen buenos fondeaderos en la zona de búsqueda seleccionada, aunque de igual manera tomamos el riesgo. El clima hostil se anuncia con rachas de viento y esto limitará nuestro tiempo de permanencia en la isla. Son dos ejemplares más los que logramos avistar, esta vez algo más oscuros que los observados en Isla Hornos. Una caminata por la península ha delatado anticipadamente su presencia, dada la gran cantidad de fecas y marcas en la vegetación. El Carancho Negro y el Salteador Chileno nidifican en la isla y nos preguntamos si estos tendrán un efecto significativo como predadores de la Becasina Grande y sus polluelos. Otra interrogante en el camino, pero creemos que si puede ser de importancia.
9 de Enero – El mal clima nos ha empujado a buscar refugio en la Isla Bayly, en el fondeadero Romanche. Vientos huracanados de 20 a 30 nudos nos impiden explorar los puntos más prometedores del archipiélago pero ya estamos más que satisfechos con haber observado cinco ejemplares adultos más aquel polluelo, tanto en Isla Hornos como en Isla Hermite. Es más que obvio que la densidad poblacional de esta especie es muy baja, en un territorio potencialmente adecuado y a la vez vasto.
10 de Enero – Cabo Doze fue nuestro refugio para el penúltimo día de búsqueda en condiciones climáticas muy adversas, de mucho viento, lluvia y frío. El clima tiene su reputación bien ganada en estas latitudes. Petrel Negro y Fardela Negra son una constante compañía mientras surcamos el Canal Franklin con mar gruesa, además de bandadas de Pingüino de Magallanes y Pingüino de Penacho Amarillo. Inspeccionamos la Isla Ottaries y hay rastros de aves y mamíferos muertos por doquier. Es obvio que hay cacería ilegal en este islote y lo más probable que ocurra es que pescadores usen la fauna local como alimento. Desde Quetru Volador a Lobos Marinos, la costa está llena de esqueletos y carcasas a medio descomponer. No hay rastros de Becasina Grande en este lugar, aunque la avifauna es variada aunque temerosa de la presencia humana. Observamos varias avecillas como el Churrín del Sur, Rayadito, Zorzal, Chincol, Dormilona de Cara Negra y aves más grandes como Tiuque, Carancho Negro y Salteador Chileno, que nidifican aquí, en cercano contacto con nidificantes Pingüinos de Magallanes. Abunda la Becasina Común, así como el Playero de Rabadilla Blanca y hasta una Golondrina Chilena, en el punto más austral de su rango.
11 de Enero – Rachas de hasta 45 nudos y una marejada amenazante son advertencias más que suficientes. Debemos regresar hacia las aguas protegidas del Canal Murray. Cruzamos Bahía Nassau con viento de popa y sin mayores dificultades para arribar a la histórica Bahía Wulaia, en la costa occidental de Isla Navarino alrededor de las 3 de la tarde. Un brindis con expedicionarios satisfechos nos otorga la satisfacción de una ambición y tarea cumplidas. Islote Conejo es el lugar de nuestro último fondeadero.
Al día siguiente rumbo a Puerto Williams desde donde regresaremos a Punta Arenas.
Son muchas las interrogantes, aunque los datos de esta primera campaña son prometedores. Deberemos regresar a fines de este año de ser posible y sólo si la pandemia nos lo permite.
Resources
Kusch, A. & M. Marin (2010) Distribución de la Becasina Grande Gallinago stricklandii (Gray, 1845) (Scolopacidae), en Chile | Distribution of the Fuegian Snipe Gallinago stricklandii (Gray, 1845) (Scolopacidae), in Chile. Anales Instituto Patagonia (Chile), 2010. 38(1):145-149. link
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