La Araucaria (Araucana araucana) es una icónica especie de la Patagonia septentrional, que no solo nombra al género sino que toda la familia Araucariaceae, de este peculiar ensamble de fascinantes árboles. La solemne Araucaria ha sido y es venerada por los Mapuches (o Araucanos) desde tiempos ancestrales, y aún fascina a los entusiastas y amantes de la naturaleza de todo el mundo.
Su forma única e inconfundible, su origen ancestral y su tolerancia al riguroso clima de los Andes del sur de Chile y Argentina, la convierten en un verdadero ícono de esta hermosa y aún prístina región del mundo.
La araucaria araucana es una de las 19 especies existentes del género homónimo (41 especies en toda la familia) y junto con Araucaria angustifolia (del sur de Brasil y noreste de Argentina) son las únicas especies presentes en el continente americano; la mayoría de las araucarias y especies relacionadas, están confinadas a distantes regiones forestadas de Nueva Zelanda, Australia, Isla Norfolk y Nueva Guinea. Araucaria araucana forma parte de un ancestral linage de árboles que se originaron durante el Jurásico Medio, hace 174 a 163 millones de años, convirtiéndola en otro testimonio viviente de aquel ancentral super-continente conocido como Gondwana.
Este gran árbol, es una especie perenne y dioica, crece hasta los 40 metros de altura y puede sobrepasar los 1.000 años de vida; su grueso y recto tronco puede alcanzar un diámetro de hasta 2 metros. Los árboles machos y hembras pueden ser diferenciados por la forma y tamaño de sus conos; los árboles hembra tienen grandes conos, en forma de globo y que luego de ser polinizados, maduran por unos dos años hasta eventualmente desintegrarse, produciendo cada uno hasta 300 semillas. Estas semillas son comestibles y esenciales para las comunidades indígenas, y conocidos localmente como piñones o ngëlliu.
La Araucaria es una especie endémica de los bosques templados de Sudamérica y sólo crece en condiciones muy específicas de latitud, altitud, suelo y temperatura. Grandes extensiones de territorio cubiertas por Araucaria, comprenden una superficie que excede las 430.000 hectáreas; éstas se encuentran por ambas vertientes de los Andes de Chile y Argentina, entre los 37°30’S y 39°40′ S, creciendo en altitudes entre los 1.000 and 1.600 metros. La Araucaria se desarrolla bien sobre rocas andinas andesíticas, basaltos cuaternarios e intrusiones graníticas, cubiertas por capas de ceniza y escoria volcánica. Estos magníficos árboles pueden tolerar un amplísimo rango de temperatura, entre los -20°C (en invierno) hasta 30°C (en verano).
Es realmente afortunado que grandes extensiones donde la Araucaria araucana crece, se encuentren protegidas como parques nacionales o reservas de naturaleza, tanto en Chile como en Argentina, asegurando de esta manera su efectiva conservación.
El espectacular Parque Nacional Conguillio es también una Reserva Mundial de la Biósfera de UNESCO, y protege grandes extensiones donde las araucarias se conjugan con el dramático entorno con el omnipresente Volcán Llaima. Recientemente realicé un viaje fotográfico a Conguillio para apreciar el dramático y colorido paisaje otoñal; las araucarias como bien sabemos, son árboles siempreverdes, pero la comunidad asociada de otras especies de árboles deciduos, particularmente del género Nothofagus ofrecen un espectáculo sobrecogedor durante la segunda mitad de Mayo, cuando el cambio de color del follaje se expresa de manera más intensa. Especies de árboles como el Raulí (Nothofagus alpina), la Lenga (Nothofagus pumilio) y el Ñirre (Nothofagus antarctica) gatillan el milagro, en un evento otoñal que se desarrolla por toda la Patagonia. La imponente Araucaria se yergue aquí como la más fascinante presencia para documentar este entorno fascinante y siempre dinámico.
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