La historia cuenta que fue por pura desesperación que el empresario malayo Laurence Poh decidió colocar su Nikon CoolPix 950 sobre el ojo del telescopio para ver más de cerca, identificar y registrar al halcón que estaba observando. Como ya sabía que el alcance de su cámara no sería suficiente, acopló manualmente los dos instrumentos de campo, enfocó y disparó. La imagen que obtuvo le permitió consultar a otros birders para identificar al ave y quedó tan entusiasmado con el hallazgo que lo subió a internet.
Era febrero de 1999 y Poh, fotógrafo experto y miembro de Malaysian Nature Society, acababa de inventar el “digiscoping” por accidente. Claro que entonces no se llamó así: meses después, el ornitólogo francés Alain Fossé ensambló ambos términos y ayudó a popularizarlos como la síntesis entre las propiedades de la fotografía digital y la firmeza del soporte terrestre, que da como resultado alcances focales de entre mil hasta unos 4.000 mm.
Hoy, el digiscoping ha experimentado un notable desarrollo desde su origen artesanal en cuanto a la variedad de implementos y soluciones tecnológicas que han surgido en la industria del turismo de naturaleza. Gigantes de la óptica mundial como Leica, Zeiss o Swarovski entraron gozosamente en este nuevo mercado fotográfico y audiovisual, que brinda imágenes íntimas, arrebatadoramente cercanas y poderosas.
Lamentablemente, Poh no vivió para ver tanto: en 2004 falleció a causa de un cáncer pancreático al que combatió largamente. Pero antes, en su artículo “Digiscoping” —publicado en la Bird Watcher’s Digest en 2001— explicó que la suma del zoom digital y el aumento del lente telescópico podían magnificar de tal manera una imagen que era posible “identificar los anillos en las patas de las aves así marcadas” y expuso como la mayor ventaja de su invención la posibilidad de “llevarse las aves a la casa”, para así poder admirarlas y estudiarlas “después de la puesta de sol”.
La técnica ha penetrado incluso a la academia: según el sitio especializado www.bhphotovideo.com, el Cornell Lab of Ornithology ha definido al digiscoping como la posibilidad cierta “de volver accesible la fotografía de aves para cientos de personas que, de otra forma, nunca la hubieran experimentado”. Mientras que los ornitólogos avezados consiguieron la herramienta perfecta para hacer registro, incluso descubrimientos, de especies que pudieron ser sólo una silueta o una aparición de dos segundos sobre una rama lejana.
Como parte de su colaboración estratégica con Leica Birding, el digiscoping ya arribó a Far South Expeditions, incorporado como sistema audiovisual por los líderes de expedición de la temporada 2017/2018. La combinación del telescopio (spotting scope) APO-Televid 65, un Smart Phone (iPhone 6 o 6S Plus) y un adaptador específico para cada modelo de teléfono, ha hecho la diferencia en días nublados o cuando las especies están muy lejos o son esquivas.
En general, permite a los observadores de fauna silvestre observar, sin alterar ni afectar su comportamiento, a diversas especies en su hábitat, y es más barata, en comparación con lo que podría costar un zoom de alta resolución (además que el telescopio puede mantenerse por años). Contra estas ventajas, encontrar un suelo firme para evitar interferencias y cargar con un poco más de peso parecen inconvenientes pequeños a los que, por lo demás, la tecnología está buscando solución todos los días.
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